COGNICION, EMOCION Y CONDUCTA

 Las emociones se caracterizan por su gran versatilidad: aparecen y desaparecen con gran rapidez; su polaridad: son positivas y negativas; y por su complejidad: son procesos en los que están implicados factores fisiológicos, cognitivos, conductuales y de conciencia (Rosenzweig y Leiman, 1994).



La emoción desde la perspectiva Cognitiva

Las emociones son experimentadas continuamente. Nuestro estado emocional varía a lo largo del día en función de lo que nos ocurre y de los estímulos que percibimos. Esto no quiere decir que siempre seamos conscientes de ello y que sepamos describir qué tipo de emoción tenemos en un momento dado. Para entender el aspecto cognitivo de la emoción haremos referencia a Wukmir (1967), quien planteó que las emociones son respuestas inmediatas del organismo que le informan de lo favorable o desfavorable de una situación o estímulo concretos. Si la situación parece favorecer la supervivencia, la emoción experimentada sería positiva (alegría, satisfacción, etc.), de lo contrario se experimentaría una emoción negativa (tristeza, rabia, miedo).

Neurociencia de las emociones de los adolescentes. Generalidades

El sistema cerebral se desarrolla sobre todo durante la infancia y los primeros años de vida. La enseñanza del afecto, la empatía, el deseo de compartir, la enseñanza y aprendizaje de la gestión de las emociones, la gestión de las frustraciones y la agresividad, está asociada a las capacidades de apego formadas durante la infancia y la niñez temprana.



Durante aproximadamente los tres primeros años de vida, el cerebro desarrolla un 90 % de su tamaño adulto y consolida la mayor parte de los sistemas y estructuras responsables de todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológica para el resto de la vida. Por ello, la comprensión del funcionamiento de las emociones en el cerebro es un aporte muy importante de la neurociencia puesto que ahora se sabe que la mayoría de los desórdenes mentales suelen ser desordenes emocionales (LeDux, 1999)

Sistema Límbico. Estructura y funciones para la toma de decisiones

Por un lado, están los psicólogos, que consideran a la empatía como una de las formas más avanzadas de la conducta humana, algo así como colocarse en los zapatos de otra persona e imaginar su situación. Este proceso sin duda requiere de ciertas habilidades, como una avanzada capacidad de razonamiento e incluso el lenguaje. Sin embargo, el simple hecho de imaginar lo que alguien siente, no se considera empatía. Ésta requiere una conducta cognoscitiva y de relación emocional.

Por otro lado, los biólogos de la conducta y los neurocientíficos observan el mismo fenómeno y consideran que cuando reaccionamos observando la respuesta emocional de otra persona, y construimos un razonamiento de su situación, involucramos a otras estructuras anatómicas que forman parte de lo que hoy conocemos como el sistema límbico.



Neuronas espejo y desarrollo de la empatía 


¿Cómo se relacionan las neuronas espejo con la empatía?

De la misma manera que podemos aprender movimientos, conductas, etc., también es posible “aprender sentimientos”. Las neuronas espejo influyen directamente en la empatía porque, por un lado, nos permiten identificar las emociones y sentimientos de los demás al haberlos vivido y, por otro, nos hacen ponernos en la piel de los demás. Estas neuronas también explican porque las emociones son contagiosas.



La infancia: la etapa clave para un correcto desarrollo psicológico y afectivo.

El desarrollo de un ser humano tiene su etapa clave durante la infancia. De hecho, los trastornos mentales en la edad adulta muchas veces se remontan a un trauma infantil. A pesar de que existe la creencia generalizada de que, por ejemplo, los bebés no sufren o al menos no recuerdan el sufrimiento, las situaciones adversas dejan una impronta en el ser humano incluso durante el embarazo. Por eso, es importantísimo cuidar el entorno de los niños, especialmente hasta los tres años.

Corteza prefrontal. Límites y control conductual

El lóbulo frontal, la parte más humana del cerebro, como lo propone E. Goldberg, ha llamado intensamente la atención de los investigadores en las últimas décadas.

Esta región es clave en el control de la conducta, la personalidad, la memoria de trabajo, y en funciones cognitivas superiores. Sin embargo, tanto la conducta como las habilidades cognitivas superiores dependen de manera importante del estado de alerta, y de las respuestas autonómicas y emocionales asociadas.

En esta revisión discutiremos acerca del papel que la corteza prefrontal medial juega en el control del alerta, y cómo alteraciones en la actividad de la corteza prefrontal medial, al afectar dicho control cortical, pueden explicar las alteraciones conductuales observadas en pacientes con estrés postraumático, esquizofrenia, déficit atencional y conductas antisociales y agresivas.



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NEUROCIENCIA EN LA ADOLESCENCIA